Cuarto Pilar del Matrimonio

22 septiembre, 2022

CAPITULO 4 

Cuarto pilar:  La sexualidad en el matrimonio..

La Teología del Cuerpo, son 129 reflexiones basadas en las escrituras que hizo el Papa San Juan Pablo II (1979-1984) durante las audiencias de los miércoles, para responder a las preguntas como: que es la masculinidad, que es la feminidad, cual es el propósito del deseo sexual y la experiencia de nuestra sexualidad, engloba todo lo que tiene que ver con Dios y el cuerpo que nos dio.

La lujuria se puede presentar en el matrimonio?. Después del pecado original el pecado ingreso en el hombre, se comenzó a cometer lujuria. Es un pecado cometido en la sexualidad de las parejas, no esta conectada con las enseñanzas de Dios, no  se permite que el Espíritu Santo ingrese a nuestros corazones, solo deseo satisfacer los deseos físicos del cuerpo, es una expresión del amor caído y relaciones caídas, solo compartimos las imperfecciones y no sentimos la presencia de Dios.

La inmoralidad sexual (La Biblia)

12 «Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine. 13 «Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Con su poder Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. 15 ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo mismo? ¿Tomaré acaso los miembros de Cristo para unirlos con una prostituta? ¡Jamás! 16 ¿No saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser uno solo».[a] 17 Pero el que se une al Señor se hace uno con él en espíritu.

18 Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. 19 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; 20 fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios.

Consejos matrimoniales

Paso ahora a los asuntos que me plantearon por escrito: «Es mejor no tener relaciones sexuales».[a] Pero en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio.La diferencia entre amar y usar a mi pareja, Se usa a la pareja cuando la lujuria pasa por encima de la tributa nupcial del cuerpo, quiere decir que no hay respeto y solo deseo tener placer y por eso uso a mi pareja para ese fin. ( El cuerpo tiene un “significado esponsalicio” porque revela la llamada del hombre y de la mujer a convertirse en don el uno para el otro, don realizado plenamente en su unión “una sola carne” . El cuerpo también tiene un “significado generativo” que (si Dios quiere) trae un “tercero” al mundo a través de su comunión. El cuerpo humano tiene este “carácter nupcial” «lo que quiere decir que es capaz de expresar el amor con que el hombre-persona se hace don. Verificando así el profundo sentido del propio ser y del propio existir.)

Algunas veces el hombre solo muestra amor para recibir sexo y la mujer muestra sexo porque quiere recibir amor.

El significado de amar a tu pareja como ama Dios, es cuando el amor por mi pareja es libre, total, fiel y fructuoso, que da vida en plenitud, como es el amor de Dios. Es una entrega total a la otra persona y cada vez que se celebra el amor en una relación sexual, debe ser una renovación de las promesas nupciales, así cuando pasan los años puede volver a hacer esta renovación verdadera de esas promesas matrimoniales. Celebrar el amor es una union santa.

Los anticonceptivos , significan para mi cuerpo, mi relación matrimonial y mi matrimonio ante Dios,  que estoy en contra de la concepción, le estoy diciendo a cuerpo “ yo quiero placer no quiere vida, no quiero un bebe. El Espíritu Santo es el Señor dador de vida, por lo tanto al no querer vida también no quiero al Espíritu Santo, somos cuerpo y espíritu y si esterilizamos el cuerpo también esterilizamos al espíritu.

En el transcurso de nuestra vida matrimonial el diablo o satan, ataca nuestra relación matrimonial para destruirla, Satanas ataca nuestra relación matrimonial, con lujuria, el aborto, la pornografia, la infidelidad, el divorcio, con los anticonceptivos, el ligamentos de trompas o la vasectomía, cuando pone en nuestras mentes los celos, las dudas, las sospechas. 

La intimidad supone aceptación, confianza y la ternura .

La característica esencial del amor matrimonial es su condición de entrega total de la vida, con el propósito de constituir una comunidad de personas que se dan mutua seguridad, placer, compañía, consuelo y apoyo.

Por eso el tipo de intimidad que esta entrega establece incluye la donación libre y gozosa de nuestros cuerpos a través de la intimidad sexual, pero no se  limita sólo a ella. Es más, el grado de beneficios de la sexualidad tiene que ver con el grado de intimidad que la pareja ha alcanzado en los diferentes aspectos de su vida. Esto es, con el grado de comunicación, de confianza, de respeto, de trato delicado y con la solidaridad y mutuo apoyo en su convivencia diaria.

Se puede por eso decir que, a excepción de las limitaciones que a veces una enfermedad o una disfunción biológica pueda traer a la vida sexual, la gran mayoría de los problemas que afrontan las parejas en la cama, tiene que ver con su intimidad en la vida diaria. 

Hombres y mujeres tienen formas diferentes de vivir esta dimensión de la naturaleza humana. Mientras para la mayoría de las mujeres la plenitud de su sexualidad está fuertemente conectada con la satisfacción de sus necesidades emocionales, en el caso de los hombres esta plenitud está relacionada con el contacto físico, primordialmente.

El fortalecimiento de este pilar depende precisamente de que ambos se comprometan a entender mutuamente sus naturalezas y a buscar primero la satisfacción del otro antes que la propia. 

El primer soporte estructural de una buena relación se encuentra en una palabra: Fidelidad. Un matrimonio construido sobre el pilar de la seguridad puede resistir mejor las inevitables tormentas de la vida. Por el contrario, la inseguridad puede causar un daño muy grande a un matrimonio, haciendo que toda su estructura se sacuda y se desmorone.

A qué nos  referimos con la palabra fidelidad?  Para nosotros, la fidelidad es la confianza de que alguien se ha comprometido a amarnos y a valorarnos por el resto de nuestra vida. Es la permanente conciencia de que sean cuales sean las dificultades que enfrentemos, trabajaremos juntos para resolver nuestros problemas.

El 80 % del deseo que una mujer tiene de contacto físico no es sexual. a diferencia de los hombres que se manifiesta de manera opuesta. En la mujer predomina la afectividad sobre la sensualidad, por lo que para ella será más importante la seguridad de saberse amada que la unión corporal. De ahí que la unión entre los esposos deba comenzar por la unión de sus corazones; de este modo, la unión de sus cuerpos vendrá a ser la culminación de aquello que ha comenzado en el interior de cada uno.

Por ejemplo, tomarse de la mano mientras se está esperando en una fila, darle un masaje en la espalda sin que se lo pidan, acariciar suavemente su cabello y abrazarla tiernamente, son todas maneras de aumentar la intimidad en una relación.

Para mejorar el nivel de intimidad, una pareja debe por eso tener en cuenta, al menos  lo siguiente:

La intimidad supone aceptación: 

Aceptamos a nuestro cónyuge cuando le hacemos sentir que, aún sabiendo sus defectos y limitaciones, tanto de carácter como físicos,  ella o él, es la persona más importante en nuestras vidas y que por eso, puede contar siempre con nosotros. Esto lo demostramos a través de la atención con la cual escuchamos, a través de las palabras de consuelo que le damos, a través del interés y preocupación que manifestamos por saber cómo se siente la otra persona, y por la forma como, aún cuando manifestamos nuestros desacuerdos, lo hacemos sin juzgar las intenciones del otro. 

La intimidad supone confianza: 

La confianza no es algo que se pueda exigir sino una realidad que nace espontáneamente entre dos que se sienten aceptados. Pero la confianza se puede cultivar. Para ello, es preciso partir de un acto de fe fundamental: creer que en ningún momento el otro tiene la intención explícita de ofendernos o hacernos daño. Esta actitud de confianza en las buenas intenciones del otro y en su bondad fundamental es decisiva para que se de un diálogo abierto entre las parejas, tanto a nivel de las diferencias de opinión o modos de actuar, como sobre las preferencias que tenemos a nivel íntimo. 

La falta de confianza puede en cambio obstaculizar todos los niveles de comunicación tanto emocionales como corporales. Gracias a la confianza las parejas deben poder decirse qué caricia les agrada más y cuál en cambio no les agrada o les satisface. En pocas palabras, la confianza crea la complicidad y amistad que se requiere entre dos buenos amantes y que los hace compañeros para siempre.

Esa confianza debe poder dar igualmente a la pareja la libertad tanto de poder sugerir tener una relación como poder negarse a ella porque no se siente con ganas de hacerlo, sin que esto lleve al otro a pensar que lo están rechazando o que no lo aman.

Y cuando, con el paso de los años, la intimidad sexual no sea la misma, la confianza puede mantener en la pareja el grado de unidad gracias al cual se experimenta que no hay secretos entre los dos; que con el cónyuge se pueden abordar aun los temas más difíciles como sentimientos respecto de la relación con su familia, o los problemas de trabajo, incluso nuestros dilemas de conciencia.

La intimidad supone la ternura.

 La ternura se compone de gestos o palabras generosas con las cuales una persona acaricia no sólo el cuerpo sino también el alma de la otra persona. Es decir, son esas miradas de admiración, esa guiñada de ojo que le levanta el ánimo a nuestro cónyuge; son las flores con las cuales queremos decirle a alguien: “Hoy pensé especialmente en ti”; es el abrazo de consuelo o de compañía con que recibimos a nuestra pareja después de un día de trabajo. Pueden ser también los “piropos” o frases de halago que, aunque pase el tiempo y el espejo  deje ver el deterioro, hagan sentir a nuestra pareja que la seguimos admirando y amando. En fin, el poder de la ternura es tal, que podemos decir que es el mayor y mejor afrodisíaco, no sólo porque motiva a las caricias, sino porque mantiene a la pareja enamorados.

Por todo esto es claro que “hacer el amor” es mucho más que ir a la cama. Es desarrollar en todos los aspectos de la comunicación y convivencia las posibilidades de entrega e intimidad de las cuales Dios nos ha hecho capaces, y que con su gracia podemos siempre mejorar.

Más sobre este tema se puede ver en: Alba Liliana Jaramillo, Las soluciones que buscas/ en lo sexual. Lecturas que pueden ayudar: Zig Ziglar , Cómo hacer que el romance no muera con el matrimonio. Ed. Norma, 1991; Hendrix Harville Amigos y amantes: la relación de pareja ideal. Editorial Norma 1991.

Cuándo y cómo comienzan los problemas sexuales y recomendaciones a seguir? 

Las dificultades que las parejas encuentran en su comunicación corporal o sexual tiene que ver también con las dificultades para comunicarse a través de la palabra. El diálogo es entonces clave.

La sexualidad es sin duda un aspecto muy importe en la vida de un matrimonio pues genera mucho dinamismo que colaboran con el desarrollo y fortalecimiento de la pareja. Lograr por tanto un buen nivel de diálogo corporal es importante. 

Por eso se recomienda tener en cuenta:

La sexualidad ocupa un lugar primordial en la vida de la pareja. Se debe evitar por eso que el afán por el trabajo, los problemas domésticos o las preocupaciones por los  hijos la afecten. 

Durante la etapa de crianza de los hijos y de mucho trabajo, la pareja debe escapar de vez en cuando de la rutina, buscar quién se encargue de los niños por unas horas y planear un momento romántico “solo para ellos”.

Los dos deben decidir, de común acuerdo cuándo tener relaciones, teniendo en cuanta el estado de ánimo cada cual y su uso responsable de la planificación natural.

La sexualidad comprende todos los gestos, palabras y actitudes que facilite expresar, mediante nuestro cuerpo, el afecto, respeto y atención por el otro. Por eso no se reduce a los gestos en la cama sino que incluye y comienza con los detalles, el ambiente de buena comunicación y de solidaridad en la vida diaria. 

La sexualidad es una forma de expresar y celebrar el amor. Por eso, supone que el amor en general se esté alimentando mediante actitudes de confianza, entrega y deseos de agradar al otro. No se puede por eso llegar a la intimidad de la alcoba bravos, con resentimientos o miedos que el diálogo previo no haya resuelto.

Durante la relación sexual cada miembro de la pareja debe expresar abiertamente cuales son sus necesidades sexuales, así como lo que le agrada y le desagrada. De esta forma los dos sentirán que han sido satisfechos. Y concluida la relación, debe también haber espacio para la comunicación abierta, que permita conocer el grado de satisfacción que cada uno logró.

Así como la intimidad en las conversaciones va creciendo, también la intimidad en la relación sexual debe estar abierta a la posibilidad de que los esposos crezcan en el conocimiento mutuo de sus cuerpos, descubran cada vez mejor lo que más agrada al otro y les permita romper la rutina de los gestos. 

Es importante llegar a la relación sin estrés por las responsabilidades externas a la relación,  y sin la presión de pretender que el sexo debe ser perfecto. Se debe hacer de ese momento un verdadero espacio de intimidad donde cada cual escuche las necesidades del otro, respete su ritmo y preferencias  y lo acompañe, con paciencia y delicadeza, hasta su satisfacción.